La zona metropolitana de Guadalajara resulta tener contrastes sumamente amplios, en lo particular, disfruto aquellos que continúan siendo pulmones en la ciudad, o en los que se puede experimentar un contacto más cercano con la naturaleza, en esta ocasión regrese al bosque del centinela, tenía algunos recuerdos sumamente gratos de cuando asistía con regularidad, más con tantos cambios que han existido últimamente, de pronto no sabes que esperar de ciertos lugares que dejaste por alguna temporada, al llegar me sorprendió la cantidad de familias en una de las entradas realizando picnic, o incluso varios juegos que no incluían tecnología alguna, eso generó en mi sorpresa, sin embargo si las cosas continuaban tal como las recordaba, deseaba regresar a ese punto predilecto, las rocas cercanas al mirador, caminamos, cruzando el espacio en donde se encuentran los venados, luego la pequeña fosa en donde un grupo de patos van y vienen de un punto a otro, y mientras más nos adentrábamos el ruido de la ciudad y de las personas parecía quedar atrás, no fue complicado llegar, al estar ahí las enormes rocas generan un panorama atractivo, las lluvias han hecho que la vegetación se incremente y con ello todo cobre un color más radiante, diversas especies de flora y fauna recorren el sitio, tomamos asiento en una de las rocas, el aire en el lugar es fresco, puedes sentir como recorre el sistema respiratorio, inhalo y exhalo de forma profunda, la sombra de los árboles y el sonido de algunas aves que merodean el sitio me llevan a la relajación, solo basta con disfrutar el momento, mirar al cielo y observar en el las nubes moverse, las aves volar y conforme el tiempo transcurre ver como el cielo se va pintando en diversas tonalidades como si de un lienzo se tratara. Aprendamos a cuidar estos lugares, y darle el valor que realmente tienen para mejorar nuestra calidad de vida.
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