Edificio Teléfonos de México

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Mover edificios es tema de películas, de super héroes y fantasías en los más profundos sueños. Por lo menos, en la realidad, es mera hazaña de japoneses y alemanes que, con su entrañable tecnología, son capaces de demostrar la supuesta inteligencia que ejercemos los seres humanos en nuestro paso por el mundo. Lo que resulta imposible es creer que, hace 70 años, en Guadalajara, existió un hombre capaz de maravillas poco imaginadas. Jorge Matute Remus bautizó en la actualidad aquel paso a desnivel sobre Lázaro Cárdenas, no por su carisma y elegancia, sino porque demostró que al mexicano lo único que le falta es la confianza en su mismísimo paisano.

El edificio de teléfonos de México “debía” ser demolido…¿Cuántas cosas no se han destruido por el deber? ¿Cuánta vida se ha esfumado por el “deber” moral que nos invade? ¿Cuántas historias se entierran en la familia, en el mundo, por el “bien común”? ¿Cuántas voces se callan la unidad de una misma idea irreverente e infundada?  Matute Remus dijo, pues, que demoler no era la única opción, estaba también la posibilidad de mover. Sí, él planeó la movilización de un edificio (con gente adentro que seguía trabajando). Nadie lo creía, pero, en una osada acción, lo logró y preservó un edificio histórico de nuestra ciudad.

Solo me queda sonreír y pensar que siempre es mejor mover que destruir. No sé si me estoy yendo por otro lado, pero la enseñanza se escupe en cada momento, no soy capaz de pensar en otra lección a partir de esto. El chiste del cangrejo mexicano que jala a sus pares para no salir ya nos lo contamos tantas veces, que ya no surte efecto en nuestro inconsciente. A lo mejor, el primer problema, fue compararnos con cangrejos japoneses. El cangrejo es egoísta, pero la vaquita marina en peligro de extinción no. No quisiera desviarme, pero la vaquita marina me resulta más semejante al mexicano. Se enreda en situaciones que lo afectan, pero no por tonto, sino que en su camino lo atrapan redes que ni siquiera son hechas para ellas. Considero pues que, compararnos con animales extranjeros, es más peligroso que cualquier otra cosa. Matute decidió, desde su tequila y su mariachi, demostrar que la respuesta está en tus ideas y no en tus raíces.

Cito al autor israelí Etgar Keret:

“Si intentas escribir como Nabokov, siempre habrá por lo menos una persona —cuyo nombre es Vladimir y apellido es Nabokov— que lo hará mejor que tú. Pero cuándo se trata de escribir como tú sabes, siempre serás el campeón del mundo.”

Sorprende aún más que, por enterrar viejas historias, muchos no conocemos los talentos extraordinarios de nuestros tapatíos. Hoy, puedes ver una escultura de aquel brillante ingeniero moviendo el edificio. Perdón si me desvié en más de una ocasión, pero preferí mover que destruir lo que pensaba. La avenida Juárez tiene para ti, este bello edificio que resguardo un talento digno de reconocerse.

¿Cuántos de ustedes sabían esto? ¿Qué opinan de mover antes de destruir? ¿Solo las chaquetas mentales fueron mías? #viajeroalamexicana

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